Introducción a los trece parlamentos

>> domingo, 12 de abril de 2009

Un sendero hacia la libertad responsable

Hace unos meses, me encontré en el periódico una convocatoria para un concurso de ensayos. El tema era la libertad y comencé (y terminé) de escribir un primer ensayo que rápidamente rebasó el número de cuartillas que formaban parte de los requisitos. El excedente de cuartillas se convirtió en un segundo ensayo con el que pasó lo mismo, por lo que tuve que convertir esos temas que me faltaron cubrir en un tercer ensayo. Finalmente terminé entregando 4 ensayos en el concurso, pero eso no es lo importante. Mientras los escribía me di cuenta que en primer lugar no tengo demasiadas aptitudes para escribir novelas, me falta la imaginación de crear personajes que representen de una forma más o menos fidedigna lo que quiero que representen, quizá porque en estos momentos nadie a mi alrededor me inspire las temáticas. Tampoco no soy un historiador. No me gusta apegarme a ese principio de solo poder decir algo si encuentro alguna cita para sustentar mi afirmación que mantiene totalmente coja a esa hermosa ciencia. Un principio que, por cierto, forma una parte de la argumentación importante de todo lo que he de decir de aquí en adelante. La historia no se estudia realmente porque tiene demasiadas cosas que enseñarnos y la gran mayoría de esas cosas son peligrosas para aquellos que nos están robando la libertad.

La libertad, una hermosa palabra.

Los seres humanos, a lo largo de nuestra historia (sabía que no iban a pasar muchas líneas antes de que empleara nuevamente el término) hemos corrido detrás de la libertad como los burros detrás de la zanahoria que tienen atada frente a la nariz o los galgos detrás del conejo en el galgódromo.

¿Será tan imposible alcanzarla?

La libertad, conceptual, filosófica e históricamente no siempre ha significado lo mismo. Es como todos los valores humanos un algo dinámico, un algo cuyos contenidos, definiciones y aspiraciones cambian con el tiempo. Ya no vivimos en aquellas épocas donde la libertad era dejar de ser esclavos o luchar una guerra en contra de una potencia colonizadora. Ya no vivimos en aquellas épocas donde se asociaba la libertad con el derecho de votar, la igualdad de sexo o de raza o, incluso, si tomamos en cuenta la lucha por la libertad más reciente, la de ejercer libremente tus preferencias sexuales.

Es justamente en este sentido dinámico que estoy cada vez más convencido que los seres humanos estamos en el proceso de generar y luchar por un nuevo tipo de libertad en esa interminable cadena de la conquista de libertades diferentes.

Le he llamado a ese nuevo tipo de libertad, la libertad responsable.

No me puedo jactar, evidentemente, de haber inventado el término. Supongo, aunque debo aceptar que no he revisado demasiada literatura al respecto, que alguien antes de mí ya ha estado utilizando esa combinación de libertad y responsabilidad. Supongo, también, que muchas de mis argumentaciones no serán excesivamente originales. Pero si puedo suponer que la forma de sintetizar y conjuntar esas diversas ideas no tan originales en una propuesta conjunta si tiene algo de original, por lo que este tratado ha de tener algún impacto y valdrá la pena de ser leído.

Como se habrá notado, he comenzado justificando, primero, el subtítulo de la presente obra y no su título principal. Esto tiene que ser explicado.

El Real Diccionario de la Lengua nos dice que la palabra parlamento significa:

parlamento.
1. m. Cámara o asamblea legislativa, nacional o provincial.
2. m. Edificio o lugar donde tiene su sede esta institución.
3. m. Razonamiento u oración que se dirige a un congreso o junta.
4. m. Acción de parlamentar.
5. m. En el teatro, relación larga en verso o prosa.
6. m. En Inglaterra, la Cámara de los Lores y la de los Comunes.
7. m. Asamblea de los grandes del reino, que bajo los reyes de Francia se convocaba para tratar negocios importantes.
8. m. Cada uno de los tribunales superiores de justicia que en Francia tenían además atribuciones políticas y de policía.

Si descartamos las definiciones históricas y regionales (de la 6 a la 8), el parlamento tiene básicamente tres acepciones, aunque queden 5 definiciones: el lugar donde se hace y formula la política, la del discurso que se dirige a una asamblea (congreso, junta o el público del teatro), y en tercer lugar la de parlamentar, es decir, de intermediar entre los puntos de vista facciones.

En el texto sucesivo, sin utilizar quizá ninguna vez más la palabra parlamento, siempre me estaré refiriendo a las tres acepciones de forma simultánea.

Una primera intención de todo mi esfuerzo es el de parlamentar. Es decir de intermediar entre la aspiración a la libertad existente en todos y cada uno de los seres humanos. Evidentemente, el concepto de libertad que quiero transmitir es más mío que de otros, es algo que yo mismo me he forjado. Contiene como toda construcción conceptual, muchos elementos de reflexión propia y ajena que en partes puede ser compartida por muchos o en partes no puede ser compartida.
Una segunda intención es el de la inspiración política. Me defino a mi mismo como un filósofo político. No tengo aspiraciones de ejercer la política, pero si me veo como un asesor, un inspirador tras bambalinas. Con esto no quiero decir que pretendo caer en la añeja trampa de muchos escritores sobre la política que buscan ser leídos por el “gran lector”, no me interesa inspirar a los políticos profesionales. Su tiempo ha terminado. Me interesa inspirar al individuo, a ese personaje que muchas veces dormido, atormentado y manipulado por todos los embates del sistema desde hace mucho ha entregado su aspiración libertaria a aquellos que se la compran a cambio de un mísero salario que apenas garantiza la supervivencia. Me interesa inspirar al humano, a aquella parte de nuestro ser que está esperando salir a la luz para vivir plenamente su vida en una constante búsqueda de la realización del ser. Me interesa inspirar, quizá, un movimiento social que tenga como objetivo una lucha para recuperar la libertad humana.

Hay tantos aspectos en los que, desde mi punto de vista, no somos libres, que forzosamente he tenido que hacer una selección. La inspiración para esta selección, como toda inspiración, es la pasión. Se trata, no de los temas más importantes con respecto a la recuperación de la libertad, sino de los temas que me apasionan más y que, por lo mismo, pueden apasionar a más personas.
He escogido 13 temas por varias razones. La primera, y quizá la más fundamental es la del augurio. El 13 culturalmente es un número de mala suerte y le deseo a aquellos que controlan el sistema en el que vivimos la peor de las suertes para que sus maquinaciones fracasen y nosotros, como la gente, podamos retomar el control sobre la vida con nuestra propia sabiduría. La segunda razón es que el trece es el gran número sagrado velado. Siempre se nos dice que el gran número sagrado es el doce, pero siempre que nos encontramos con ese doce resulta que hay un treceavo elemento que nuclea a los demás que forma el centro del círculo alrededor de esos 12 elementos y ese centro, normalmente es una sola persona, el individuo. El trece nos grita desde todas las direcciones posibles que el verdadero poder para hacer las cosas está en el individuo, en el uno que es el centro, en ti, en mi, en todos nosotros.

Cada uno de los trece parlamentos está dividido en tres partes.

La primera parte, la más intensa, es un tratado diagnóstico. Es decir que pretendo, en la medida de mis posibilidades, fortalezas, incoherencias y debilidades, presentar como es que estamos “presos” (no libres) en el tema del parlamento.

Diagnosticar, sin embargo, es la parte más sencilla. Uno de los grandes padecimientos de nuestro mundo es la falta de imaginación (aunada a la falta de voluntad política) para generar y gestar soluciones, encontrar la cura de las enfermedades. Por ello, la segunda parte está dedicada a un primer nivel de propuestas del cómo y qué hacer para corregir el rumbo y retomar el camino de la libertad humana.

La tercera parte, finalmente, pretende ser una propuesta política real. Una parte programática, como dirían los ideólogos de los partidos políticos actuales. Pero al mismo tiempo no es programática porque, la verdadera libertad, tal y como la imagino y planteo, forzosamente tiene que escapar del control institucional. La política, el estado, y muchas otras instituciones que no nos permiten ser libres en la actualidad, no lo permiten justamente por estar institucionalizados.

---

Una última aclaración importante. Cuando menciono a personas, compañías, gobiernos, etc., no intento señalar o estigmatizar a nadie. Se, y estoy convencido que detrás y adentro de las personas, compañías y gobiernos existen cosas buenas, buenas intenciones, voluntades para hacer las cosas mejores. El problema en realidad no es la gente. El problema son los procesos dinámicos en cuyo contexto suceden las cosas.

Para aclarar este punto podemos recurrir a un ejemplo. El muy estigmatizado McDonald’s. Muchas veces me he preguntado porque a los que participamos en los movimientos sociales del mundo no nos gusta McDonald’s. Evidentemente no son las hamburguesas. Evidentemente no es la gente que trabaja en esa compañía. Evidentemente tampoco no es la gente que festeja los cumpleaños de sus hijos en los brazos de Ronald McDonald.

McDonald’s lo quieran o no, se ha convertido en un símbolo, en una etiqueta para ese proceso que llamo la alimentación mono alimenticia de diseño del que hablaré extensamente más adelante. Este proceso, del que todos participamos, los que trabajan y los que consumen y apoyan a McDonald’s, es un proceso del que todos estamos inconscientemente conscientes. Es decir, que en el plano consciente de alguna manera no nos damos cuenta de que es lo que está pasando con nuestra alimentación (después de todo las malteadas de McDonald’s son deliciosas), pero en el plano inconscientes si sabemos lo que está pasando. Ese saber en el plano inconsciente en muchos de nosotros se manifiesta como una aversión que, en este caso, se está canalizando hacia McDonald’s. Esta compañía forma parte de un proceso, pero no es el proceso, y, en este sentido, es solo un símbolo del proceso mismo.

Read more...

  © Blogger templates Shiny by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP